lunes, 10 de diciembre de 2007

El "Oro de Moscú" o el "Saqueo" del Banco de España

EL “ORO DE MOSCÚ”
O
EL “SAQUEO” DEL BANCO DE ESPAÑA

Autor: Geromin
En los tiempos actuales, en los que el Sr. Rodríguez Zapatero ha puesto de moda traer a la actualidad momentos trágicos de nuestra historia reciente, en especial, todo lo referente a la Guerra Civil, y también se están reivindicando deudas históricas, por parte de partidos políticos, organizaciones sindicales, e incluso gobiernos autonómicos, he creído oportuno rememorar un suceso que, desde que somos un país democrático, ha quedado relegado al olvido e incluso se ha trivializado, intencionadamente, sobre el mismo, intentando darle un carácter jocoso.
Me refiero al “saqueo” del Banco de España, realizado por el Gobierno socialista de la República, y en especial, por algunos miembros de ese partido, que fueron los responsables finales de este atraco.
Lo que se describe a continuación, aunque pueda parecer extraído de un guión cinematográfico, son hechos reales, basados en documentos verídicos y, fundamentalmente, en lo relatado por Indalecio Prieto en sus Memorias, publicadas en México, en el año 1957. Prieto era, a la sazón, Ministro de Marina y del Aire, en el Gobierno presidido por Francisco Largo Caballero, que fue el que llevó a cabo la tropelía.
En el año 1992, Vassily Mitrojin, ex jefe de los archivos de la KGB, se pasó a Occidente con importante y abundante información sobre la financiación y el sometimiento férreo de los partidos comunistas europeos a los dictados de la Unión Soviética y como se utilizaron los fondos del Banco de España, depositados en ese país, para desestabilizar los regímenes europeos, circunstancia que, curiosamente, pasó bastante inadvertida en España.
Francisco Olaya Morales, historiador y destacado militante de la CNT, por tanto nada sospechoso de reaccionario, ha profundizado en el tema y tiene dos publicaciones muy sabrosas sobre el asunto, recomendables para aquellos que quieran conocer más detalles.

Antes de proceder al relato de lo ocurrido, considero importante destacar dos premisas, que agravan la magnitud e ilegalidad del expolio.

1ª.- Las reservas del Banco de España, a fecha 30 de junio de 1936, según consta en la Memoria anual del Banco, publicada en la Gaceta de Madrid, ascendían a 5.240 millones de pesetas del año 1936, constituidas por 850 toneladas de oro y el resto en otros metales y divisas convertibles. Eran las cuartas más importantes del mundo y daban una gran solidez a la peseta.
2ª.- El Banco de España, como el resto de los principales bancos centrales europeos, era una sociedad anónima privada, con sus correspondientes accionistas y consejeros, sometida a un control por el Gobierno, en virtud de lo dispuesto en la Ley de Ordenación Bancaria del año 1921 (Ley Cambó). Esta disposición legal facultaba al Gobierno para designar al Gobernador y a un número determinado de consejeros, pero a su vez, quedaba sujeto a unos requisitos en el caso de que pretendiese disponer de las reservas.

De forma resumida, los acontecimientos discurrieron como se describen a continuación.
* El 4 de septiembre de 1936, toma posesión el Gobierno presidido por Francisco Largo Caballero.
* El 13 de septiembre de 1936, es decir, a los nueve días de su toma de posesión, Juan Negrín, Ministro de Hacienda, presentó al Gobierno para su aprobación, un Decreto reservado, que nunca se publicó en el Diario Oficial, en el que, a la vista de los acontecimientos militares, solicitaba autorización para el traslado de las reservas del Banco de España. El texto dispositivo era el siguiente:

Art. 1º.- Se autoriza al Ministro de Hacienda para que en el momento que lo considere oportuno ordene el transporte, con las mayores garantías, al lugar que estime de más seguridad, de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en aquel momento en el establecimiento central del Banco de España.
Art. 2º.- El Gobierno dará cuenta en su día a las Cortes de este decreto.

Esta disposición legal era nula de pleno derecho ya que vulneraba lo establecido en la Ley de Ordenación Bancaria, que, solamente, autorizaba la disposición de reservas por el Gobierno, para regular la estabilidad monetaria de la peseta, y a mayor abundamiento, el Gobierno nunca informó a las Cortes.
En principio, el texto del decreto parecía razonable ya que no presumía una actuación inminente, sino más bien era de carácter precuatorio.
* El 14 de septiembre de 1936, con premeditación y alevosía, pues ya estaba planeado con anterioridad el atraco, entraron en el Banco de España, fuerzas de carabineros y milicias, al mando de Francisco Méndez Aspe, futuro Ministro de Hacienda en el posterior Gobierno de Negrín, y comenzaron a guardar, en cajas de madera, todas las reservas, en oro, del Banco de España. Esta operación duró varios días y una vez finalizada se trasladaron estas cajas en camiones a la Estación del Mediodía, desde donde partieron en tren hacia Cartagena, quedando depositadas las mismas en una instalación militar de esta población. Prieto se enteró, casualmente, de la operación cuando llegó a Cartagena para presidir un acontecimiento militar.
* El 25 de octubre de 1936, sin conocer las tripulaciones el destino final, partieron de Cartagena, cuatro barcos cargados con las cajas de oro. En representación de la República se desplazaron 4 funcionarios del Banco de España, cuya odisea relataremos mas adelante.
De forma simultanea con este viaje, hubo otros dos, uno con destino a Marsella, en el que se transportaron 175 toneladas de oro, que fueron a parar al partido comunista francés, según afirma Prieto, sin control alguno por parte del gobierno de la República, y otro, con otras 175 toneladas, con destino a Barcelona, que fueron depositadas en el Castillo de Figueras.

En total, salieron del Banco de España, 13.000 cajas con 850 toneladas de oro.

* El día 6 de noviembre de 1936, los barcos llegaron a Odessa, desde donde el cargamento partió rápidamente hacia Moscú, quedando almacenado en un Depósito del Estado, levantándose las correspondientes actas de entrega. Curiosamente, en el camino se perdieron 100 cajas de oro, ya que los documentos de salida hablan de 7.900 cajas y los de llegada solamente de 7.800. Detalle sin importancia, que probablemente pasó a engrosar el patrimonio de algún bravo “luchador antifascista”.
Los cuatro funcionarios del Banco de España, antes mencionados, fueron retenidos en la Unión Soviética hasta el año 1938 en el que se les dispersó por el mundo. Uno, fue enviado a Estocolmo; otro, a Buenos Aires; un tercero, a Washington, y el cuarto, a México. Los funcionarios soviéticos, que recibieron el cargamento corrieron peor suerte ya que fueron eliminados, democráticamente, mediante el eficaz sistema del fusilamiento, excepto uno que consiguió escapar a EE.UU y relatar lo acontecido.
* En enero de 1937, cuando en el bando republicano se tuvo conocimiento de este hecho y comenzaron las críticas, el Gobierno afirmó, solemnemente, que las reservas del Banco de España permanecían en nuestro país.
¡Mentían cual bellacos¡.
Posteriormente, se hizo una operación similar con la plata existente y también con las joyas y piezas de valor incautadas en domicilios particulares de ciudadanos españoles, que fueron vendidas a Francia.
Como complemento a este expolio, siguieron saliendo de España hacia Rusia, otros buques cargados de joyas incautadas.
Aprovechándose del río revuelto, algunos dirigentes comunistas, como Domingo Hungría, Villasante y un comandante de la Brigada Lister, cuyo nombre desconozco, sacaron de España, cada uno por su parte, un total de siete camiones cargados de joyas, de las que estaban depositadas en el Castillo de Figueras, con el fin de colaborar al “triunfo de las libertades” frente al fascismo, previo ingreso en sus cuentas bancarias particulares.
El camarada, José Stalin, que al inicio de la guerra había expresado su apoyo desinteresado e incondicional al bando republicano, cuando se encontró con esta enorme cantidad de dinero en su poder, cambió el discurso y comenzó a cobrar, por adelantado, todo el material bélico que entregaba a la República, que por cierto, en opinión de los expertos, era antiguo y en dudoso estado de conservación.
Se da la circunstancia que mientras el demócrata y progresista Stalin, sangraba a la República con su ayuda militar, los regímenes fascistas de Alemania e Italia facilitaban, generosamente, armamento moderno al bando franquista.
Este camarada, con la autorización escrita de su acólito Negrín, comenzó a fundir en lingotes de oro, todas las monedas antiguas que se encontraban en el botín, con lo que se produjo una importante pérdida de valor material de estas monedas, que podían haberse vendido en el mercado a precios muy superiores, pero evidentemente el fin perseguido era no dejar constancia alguna de lo relacionado con el robo.
La Unión Soviética no reconoció jamás al Gobierno de la República en el exilio, eliminando así un posible reclamante molesto.
¡Que triste debió resultar esta decisión a “Negrín y Compañía” que se habían atado de pies y manos al demócrata Stalin!
A la pregunta que se han formulado muchos historiadores sobre la elección de la Unión Soviética como destino de nuestras reservas, cuando existían países de mayor seguridad, como EE.UU, Suiza, Suecia e incluso México, la respuesta, en mi opinión, es bien sencilla, Negrín, con independencia del porvenir de la República, buscó asegurarse el apoyo comunista para ser Presidente del Gobierno, circunstancia que se dio a los pocos meses.
Esta siniestra e injustificable operación supuso un empobrecimiento de la República que se vio imposibilitada para adquirir material bélico de otra procedencia, ya que la divisa española no tenía valor alguno al carecer de reservas en el banco central.
En el año 1957, muerto Negrín, sus descendientes entregaron al Gobierno de Franco, todo el dossier de los hechos a fin de que pudiera reclamar la devolución del depósito. Se celebraron contactos diplomáticos y el desenlace fue de lo más pintoresco, ya que la URSS presentó documentos firmados exclusivamente por Juan Negrín, como Presidente del Gobierno, en el que se justificaban todos los pedidos y entregas a la República. Al final resultó que España debía a la URSS, un total de 50 millones de dólares, es decir, debemos agradecer al camarada Stalin la ayuda prestada al pueblo español y por tanto tendríamos que haber erigido algún monumento en su memoria. Es una idea que traslado al Sr. Rodríguez Zapatero, tan aficionado a estos menesteres.

Fue tal la magnitud del expolio y el escándalo que produjo una vez finalizada la Guerra Civil, que los partícipes en el mismo han pretendido exculparse, posteriormente de su participación en el mismo.
Manuel Azaña, Presidente de la República, ha manifestado, que firmó el decreto, desconociendo su contenido y amenazó con dimitir cuando se enteró de los hechos.
¡Valiente Jefe del Estado!.
Francisco Largo Caballero, Presidente del Gobierno, que llevó a cabo el desfalco, escribe en sus Memorias, lo siguiente:
“El Sr. Negrín, sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuenta de su gestión, de hecho el Estado se ha convertido en un monedero falso. Desgraciado país, que se ve gobernado por quienes carecen de toda clase escrúpulos, con una política insensata y criminal que han llevado al pueblo español al desastre más grande que conoce la Historia de España. Todo el odio y el deseo de imponer castigo ejemplar para los responsables de tan gran derrota serán poco”.
Indalecio Prieto, Ministro de la Marina y del Aire, en ese Gobierno, expone, en sus Memorias, que se enteró, con detalle, de los hechos, cuando pudo hablar en México con el funcionario del Banco de España que participó en el traslado. Su concepto sobre Juan Negrín es bastante parecido al de Largo Caballero. Afirma, asimismo, que Negrín entregó al partido comunista francés (PCF), la cantidad de 2.500 millones de francos, sin control alguno por parte de la República. Con este dinero, el PCF, financió el periódico Ce Soir y a través la Compañía FRANCE NAVIGATION adquirió, a nombre del Estado español, 12 barcos, que nunca devolvieron y encima se los alquilaron al Gobierno de la República, previo pago de su importe, para el traslado de personas y material bélico.
Diego Abad de Santillán, seudónimo de un destacado dirigente anarquista, expresa:
“Si el Gobierno Negrín hubiese tenido que responder de su gestión política, económica y financiera habría tenido que terminar ante el pelotón de fusilamiento”

Cuando la República se desmoronaba, el Sr. Negrín seguía manteniendo su discurso, ante las masas, de resistir hasta la muerte para defender las libertades, pero mientras tanto había cursado orden a su compinche del robo, Francisco Méndez Aspe, de cargar en el yate de lujo, Vita, que fue el que había utilizado Alfonso XIII en sus juergas cortesanas, todo el botín de joyas y objetos preciosos que estaban depositados en Francia a nombre de la República y a continuación que zarpase con destino a México.
Parece ser que diversas circunstancias y una gestión de Indalecio Prieto ante el gobierno mexicano permitió la incautación de este alijo, que fue destinado a la ayuda de los refugiados españoles, pero la intención del individuo estaba clara.
Finalmente, para mayor escarnio de la ciudadanía, en el año 1995, el gobierno socialista, por Real Decreto 1432/1995, de 4 de agosto (BOE 02.09.95) aprobó una indemnización de 287 millones de pesetas a los herederos de Juan Negrín por los daños causados a su familia, en aplicación de la Ley de Responsabilidad Política, aprobada por el Gobierno de Franco.
Como diría nuestro añorado Federico Trillo, “Manda Huevos”.
Es mi intención preparar un artículo monográfico dedicado al execrable Juan Negrín en el que se recogerán los detalles de su azarosa existencia.

A la vista de lo relatado en estas líneas, considero que, en esta época de exigir responsabilidades por actuaciones pasadas, el partido socialista debería pedir perdón a los ciudadanos españoles por el robo, manifiesto y demostrado, llevado a cabo por un Gobierno presidido por un socialista y del que formaban parte otros cinco miembros destacados del partido, entre los que se encontraba el “padre de la criatura”.
Esta incomprensible y irrepetible actuación, que no se ha dado nunca mas en la Historia, arruinó a la República, dejándola a merced de la Unión Soviética, enriqueció al mayor asesino que ha conocido la Humanidad, empobreció a España, y fue, en parte, causante del hambre de los años cuarenta, que como sucede siempre lo padeció el pueblo, mientras que sus lideres “democráticos” y defensores de las libertades, disfrutaban de dorados exilios en México, Argentina y otros países iberoamericanos.
Igualmente creo que aquellas familias que guarden pruebas documentales de las joyas y objetos de valor incautados en los habituales registros llevados a cabo por los milicianos en la zona republicana, deberían iniciar procedimientos civiles ante los Tribunales de justicia, reclamando las correspondientes compensaciones económicas, como están haciendo o han hecho, la UGT, el PNV, la Junta de Andalucía y otros oportunistas.

Madrid, 8 de diciembre de 2007