lunes, 2 de junio de 2008

Los Camaleones en la Política

LOS CAMALEONES EN LA POLÍTICA

Autor: Geromín

Todos sabemos que el camaleón es un reptil escamoso que tiene visión independiente en cada ojo, una lengua larga, ágil y rapidísima con la que captura a sus presas sin tener que desplazarse y posee la facultad de cambiar de color según las condiciones ambientales como una reacción defensiva ante un posible ataque de otros depredadores.
El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española establece una segunda acepción para este vocablo, que dice “persona que tiene la habilidad de cambiar de actitud y conducta, adoptando en cada caso la más ventajosa”.
En el terreno de la política, como en cualquier otro sector abundan los camaleones humanos, que me atrevería a definir como personas despreciables, carentes de dignidad, de ideas cambiantes que se arrastran ante quien sea necesario para conseguir su bienestar personal.
En este artículo nos centraremos en aquellos camaleones, de primera fila, cuyo color original era de tintes fascistas pero que debido a las condiciones “medioambientales” adquirió una tonalidad democrática que les permitió conseguir sus objetivos, léase el disfrute del poder en cualquier coyuntura política.

El primero de ellos y con el dudoso honor de encabezar la lista es JUAN DE BORBÓN Y BATTEMBERG, cuya obsesión por ser Rey de España le llevó a seguir una trayectoria errática a lo largo de su vida.
Su primera actuación pública fue su adhesión al alzamiento militar e incorporarse de incógnito al ejército franquista. Fue descubierto por las tropas nacionales y devuelto de inmediato a la frontera francesa. Finalizada la Guerra Civil y tras el triunfo de los aliados en la II Guerra Mundial, le faltó tiempo para, en el año 1945, publicar el llamado “MANIFIESTO DE LAUSANA” en el que reclamaba la intervención aliada en nuestro país para restaurar la monarquía en su persona como garante de las libertades democráticas. Posteriormente, en el año 1947, volvió a reiterar su posición en el “MANIFIESTO DE ESTORIL” en el que volvía a atacar con más dureza el régimen de Franco. Es evidente que ambos documentos no tuvieron trascendencia alguna en España ni en Europa.
Durante un largo periodo de tiempo, mantuvo un doble juego. Por un lado, mediante comunicados y entrevistas a la prensa extranjera atacaba el sistema e incluso, en la concedida al periódico THE OBSERVER, llegó a formular una propuesta tan descabellada en esos momentos como era la de aceptar a la UGT y a la CNT, aprobar una amnistía general y liderar un proceso democrático en unión de socialistas y comunistas: planteamiento que puso los pelos como escarpias a sus propios seguidores que no entendían cómo el “depositario de los derechos dinásticos” hacía estas afirmaciones. Por otro lado, mantenía contactos directos o a través de terceros con Franco para planificar la educación de sus hijos en España e intentar no perder capacidad de influencia en el seno del régimen.
Esta ambigüedad no pasaba desapercibida para Franco que le descartó definitivamente de cualquier posibilidad en la sucesión a la Corona.
En el año 1961, desesperado por el fracaso de sus iniciativas, teniendo en cuenta la fortaleza interior del régimen y su reconocimiento a nivel internacional, dio otro giro radical a su postura. Remitió una carta a Franco con motivo del XXV aniversario del alzamiento militar, de la que me voy a permitir transcribir literalmente unos párrafos bastante significativos que se comentan por sí solos.

“Tengo que proclamar la vinculación de la monarquía con el Alzamiento militar del 18 de julio de 1936. Sin él nuestra institución secular como tantos valores de nuestra Historia y de nuestra vida, difícilmente hubieran podido salvarse”.
“Me permito afirmar, sin hacer violencia alguna a mi pensamiento, mi adhesión a los Principios y Leyes Fundamentales del Movimiento”.
“Al iniciarse este periodo de estructuración del Estado, que V.E. acaba de anunciar, echo de menos y con toda franqueza se lo manifiesto, un más íntimo y personal contacto entre los dos para considerar los remedios posibles a los previsibles problemas que el futuro puede presentar a España”.

A partir de esta fecha y ante la ineficacia de sus actuaciones, se dedica a sus aficiones marineras y gastronómicas: idílica situación que se quiebra en el año 1969 cuando se entera por la prensa del nombramiento de su hijo como sucesor a título de Rey. Nuevamente monta en cólera, rompe todo contacto con su hijo, situación que durará varios años y disuelve su Consejo privado. Finalmente, muerto Franco, tira la toalla, renuncia a sus “derechos dinásticos” y reconoce a su hijo como nuevo Rey de España.
Como dice Ricardo de la Cierva en su libro “Don Juan de Borbón: por fin toda la verdad”:
“Juan de Borbón fue un pretendiente variable. No mantuvo una línea recta ni coherente en relación con la democracia y con Franco. Cambió muchas veces de dirección. Toda su vida pública fue una sucesión de contradicciones. No sabía lo que quería ni a donde iba. Se alineó durante unos años contra Franco y luego intentó recuperar su confianza a base de halagos y reconocimientos”.

El siguiente personaje de la lista, por antigüedad, por la habilidad con la que se ha desenvuelto y por el dilatado periodo de tiempo que ha permanecido en el albero es JOAQUÍN RUIZ-GIMÉNEZ CORTÉS.
Este político, hijo de político, su padre fue ministro en el gobierno del Conde de Romanones, se encuadró desde el principio en la rama más católica de la democracia cristiana. Siendo muy joven ya puso de manifiesto su vocación de liderazgo, pues presidió varias organizaciones juveniles católicas. Durante la guerra civil española fue detenido en Madrid por las tropas republicanas y de forma sorprendente, y no bien explicada, consiguió escapar a Francia, desde donde pasó a la zona nacional y se alistó como oficial de complemento.
Comenzó su carrera política en el año 1946 cuando fue nombrado Director del Instituto de Cultura Hispánica. A partir de ese momento su trayectoria fue meteórica, ya que en el año 1948 fue designado embajador ante la Santa Sede y en 1951, Franco le incorporó al gobierno como Ministro de Educación Nacional. Durante su etapa como ministro, sus defensores le presentan como promotor de un cambio en las estructuras docentes y de modernización de la enseñanza.
La realidad que yo percibí fue totalmente diferente. En esos años me encontraba estudiando bachillerato en un instituto público y me veía obligado a asistir anualmente a los ejercicios espirituales programados que eran auténticos lavados de cerebro para una juventud quinceañera. Todos los días, antes de comenzar las clases, nos reunían en el patio, se izaba la bandera nacional y se cantaba “El Cara al Sol”. Además las asignaturas de Religión y Formación Política eran las más importantes de cada curso y, por si fuera poco, mi no pertenencia a las organizaciones falangistas, por indicación paterna, me causó más de un problema en los estudios. Por tanto tuve la mala suerte de no disfrutar del aperturismo que relatan los cronistas.
Durante esos años, se desataron unos violentos enfrentamientos entre democristianos y falangistas que, junto con los monárquicos y los tradicionalistas eran las familias en las que se apoyaba el régimen. Esta situación de tensión se trasladó a la Universidad de San Bernardo y culminó en una batalla campal entre estudiantes en la calle Alberto Aguilera de Madrid, en el mes de febrero del año 1956, durante la cual un estudiante recibió un tiro en la cabeza y estuvo al borde de la muerte. Como solía suceder en esos casos, Franco zanjó la crisis destituyendo a las cabezas visibles de ambos bandos, Joaquín Ruiz-Giménez por los democristianos y Raimundo Fernández Cuesta por los falangistas.
No obstante, Ruiz-Giménez, en premio a sus servicios al régimen, fue nombrado por Franco, procurador en Cortes y posteriormente, en el año 1961, consejero nacional del movimiento, es decir, miembro de la máxima institución franquista en la que se discutían y programaban las líneas ideológicas del sistema.
Me voy a permitir incluir dos pequeños párrafos de sendos artículos suyos, escritos en el año 1959 que, en mi opinión, clarifican su ideología:

“La Guerra ha sido una Cruzada y Franco el hombre elegido por el Destino”
“Sin las figuras de Maeztu, Calvo Sotelo, Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma, José Antonio Primo de Rivera y luego la de los capitanes de la campaña en torno al general Franco, la gesta nacional no hubiera sido posible”

Casualmente, en el año 1975, en pleno declive físico del Jefe del Estado y como resultado de alguna aparición divina, probablemente del Espíritu Santo, dadas sus creencias religiosas, dio un giro radical a su trayectoria. Nunca se arrepintió expresamente de su estrecha colaboración con el régimen de Franco durante los 30 años más represivos del sistema y, sin embargo, se incorporó a la Plataforma de Convergencia Democrática, que promovía el partido socialista, como un demócrata de toda la vida.
En las elecciones del año 1977, se presentó como cabeza de lista de un partido denominado Izquierda Democrática que obtuvo los votos de sus familiares.
A pesar de este fracaso, en el año 1982 con la llegada al poder del partido socialista fue designado Defensor del Pueblo. ¡Qué ironías de la vida!
Lo expuesto en estas líneas me obliga a reconocer la fabulosa e indescriptible habilidad de este personaje para adaptarse a las circunstancias que en cada momento le eran más favorables y su extraordinaria capacidad para convencer al resto de los políticos acerca de la honestidad y sinceridad de su radical cambio de rumbo. Seguramente pasará a la posteridad como un demócrata que luchó durante toda su vida por las libertades del ser humano. ¡Así se escribe la Historia!

El tercer “camaleón” de esta relación es JUAN LUÍS CEBRIÁN ECHARRI, que al ser más joven que los anteriores, no tiene una carrera tan dilatada, pero aunque breve, no deja de ser jugosa.
“Janli”, como le llaman sus amigos, es hijo de Vicente Cebrián, uno de los periodistas franquistas más influyentes de la época y director del diario Arriba, portavoz de la familia falangista del régimen desde el que se criminalizaba cualquier opinión o actitud que pudiera suponer una mínima desviación de los Principios Fundamentales del Movimiento. Junto con El Alcázar eran los diarios encargados de repartir leña a diestro y siniestro.
Como es lógico en un niño de familia bien, cursó estudios en el colegio El Pilar, pasando a la universidad en la que se licenció en Filosofía y Letras.
Empezó estudios de periodismo y mediante los buenos oficios de su padre con Emilio Romero, otro periodista influyente de la época, le “colocaron”, antes de licenciarse, como redactor jefe en el diario Pueblo, con 18 años de edad y sin experiencia alguna. Con estos periodistas como mentores, su carrera fue “brillante”, ya que rápidamente pasó a dirigir la revista Informaciones, donde conoció a otro fascista reconvertido como era Haro Tecglen. Entre ambos, publicaron en este periódico, con motivo del traslado de los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera, fundador de falange española, desde Alicante hasta El Escorial, el artículo “Dies Irae” de loa y reconocimiento a su persona, entonces referencia política de “Janli”, en el que entre otras lindezas se decía: “Se nos ha muerto el capitán pero nos queda el general”.
En el año 1974, y merced al apoyo de Pío Cabanillas pasó a dirigir los informativos de Televisión Española, desde donde, una vez más, cercenó la libertad de expresión de los periodistas que trabajaban en este medio de comunicación.
Coincidiendo con la muerte de Franco y como ocurrió en el caso anterior, “Janli” debió escuchar una voz celestial que le decía “Janli, Janli, hijo mío, por qué me persigues” y milagrosamente vio la luz salvadora que le guiaría el resto de su vida.
En el año 1976, consiguió que los fundadores de un nuevo diario llamado “El País” le admitieran en el proyecto y le nombraran director de la publicación. A partir de este momento y bajo el paraguas protector del Jefe del Imperio (Jesús de Polanco) se dedicó a repartir estopa y demonizar a todos los que habían sido compañeros de viaje en su etapa anterior.
Con la llegada al gobierno del partido socialista su poder se incrementó hasta límites insospechados. Se convirtió en el “Sumo Pontífice” del periodismo, excomulgaba y mandaba a los infiernos a todos aquellos que osaban discrepar de sus planteamientos. Evidentemente empleaba el mismo procedimiento que había aprendido de su progenitor y que tan buen resultado le había dado durante su pasado fascista.
En su círculo de amistades presumía de quitar y poner ministros y de dictar las instrucciones que debía seguir el Presidente del Gobierno.
En el año 1996 ingresó, por presión del Jefe del Imperio, en la Real Academia Española, lo que suscitó comentarios muy duros por parte de muchos intelectuales. Baste como ejemplo el siguiente redactado por un escritor famoso de la época:
“Ser un pésimo escritor no es un delito. Pero aun eso requiere cierto esfuerzo: la apuesta de invertir el escaso tiempo propio en la traza de una obra, incluso de una obra mala, incluso una obra pésima. Juan Luís Cebrián no es un escritor pésimo. No es escritor. Sencillamente. Publicó novelas baratas para uso de quioscos en ferrocarriles y aeropuertos. Optó en seguida por dedicarse a las altas finanzas. Hizo bien. Ser un pésimo escritor no es un delito, pero da tanta vergüenza”
En la actualidad y tras los fallecimientos de Jesús de Polanco y de su hija Isabel (los halcones de la familia), su situación se ha debilitado dentro del grupo Prisa, pero ya está tramando una operación financiera con la ayuda de Felipe González y de Carlos Slim, millonario mejicano, para retomar el control de la situación.
También la llegada de Zapatero a la Presidencia del Gobierno ha supuesto una pérdida de su poderosa influencia. No obstante, y siempre que se le presenta la ocasión sigue haciendo gala de su habitual sectarismo.
Su odio a las nuevas tecnologías de la información, en especial a Internet, está plenamente justificado con la lectura de estas líneas, ya que de no existir estos medios informáticos, su penoso pasado hubiera sido sustraído al conocimiento de las nuevas generaciones y podría haberse presentado ante ellas como un demócrata ejemplar y no como un fascista reconvertido.
¿Qué credibilidad puede tener una persona que durante treinta años de su vida ha disfrutado y saboreado los privilegios y prebendas de un régimen totalitario?
¿Qué podrán decir esos miles de ciudadanos que en esa época pasaron hambre, penalidades, falta de trabajo e incluso prisión, mientras que él ascendía en su profesión merced a su padre y a su ideología fascista?
Y es este señor el que se permite juzgar y demonizar a estas personas, muchas de las cuales gracias a su trabajo y sacrificio personal han conseguido labrarse una aceptable situación económica y social, pero cometen el grave error de no coincidir en sus planteamientos políticos con los del mayor “inquisidor” del reino.

El cuarto puesto de la lista camaleónica, pero a mucha distancia de los anteriores, por su escaso historial corresponde a DIEGO LÓPEZ GARRIDO. Este catedrático de Derecho Constitucional, licenciado por ICADE, es decir, de familia burguesa y acomodada, comenzó su andadura política en la línea estalinista del partido comunista. La primera actuación pública de importancia fue su participación activa, muy activa diría yo, en la campaña sobre el referéndum para la permanencia de España en la Organización del Tratado del Atlántico Norte que se celebró en el año 1986. El partido comunista, movilizó a todos sus miembros para organizar mítines, manifestaciones y todo tipo de actividades en contra de esta alianza militar. Resulta cuando menos chocante que los mismos que habían constituido el Pacto de Varsovia, organización militar que aplastó con tanques los intentos democratizadores de Checoslovaquia y de Hungría, satanizaran a la OTAN. Existen reportajes y fotografías del Sr. López Garrido al frente de las manifestaciones con rostro desencajado y gritando como un desaforado acerca de los males que acarrearía nuestra permanencia en dicha organización. Han pasado más de 20 años y hasta el momento no se han percibido esos daños, más bien al contrario hemos salido del campo de influencia de la extinta Unión Soviética.
En el año 1992, consciente del declive imparable del partido comunista que le impediría disfrutar del poder y de los privilegios que lleva consigo, inicia, en el seno de Izquierda Unida, una serie de maniobras para abandonar la coalición. Crea un nuevo partido denominado Partido Democrático de la Nueva Izquierda (como se aprecia el calificativo democrático está presente en todas las formaciones totalitarias) del que se autoproclama secretario general. La coalición Izquierda Unida, conocedora de sus movimientos decide sancionarle y le expulsa, pero él se pasa al grupo mixto del Congreso con su acta de diputado en el bolsillo, ya que consideraba que era de su propiedad. ¡Digno comportamiento de un demócrata!
En el año 1997, se incorpora al partido socialista y desde entonces ha obtenido escaño en el Congreso al ir en las listas de este partido. Durante la pasada legislatura fue el portavoz de su partido en el Congreso. Con su dialéctica totalitaria y excluyente como buen comunista y con la colaboración del Sr. Zaplana, portavoz del partido popular, fueron dos destacados contribuyentes al clima de crispación y de parálisis que se vivió en la Cámara.
Recientemente ha sido designado Secretario de Estado para la Unión Europea y sus primeras declaraciones han sido para ratificar su vocación europeísta de toda la vida. ¡Qué facilidad para olvidar su pasado reciente!
Como puede comprobarse, en un corto periodo de tiempo ha pasado de ser un furibundo seguidor de las instrucciones de la Unión Soviética, siempre desestabilizadoras en los países del sur de Europa y por tanto contrarias a cualquier organización europea, a defender a ultranza las instituciones europeas, léase Unión Europea, OTAN, Consejo de Europa, … etc. y, por supuesto, nuestra pertenencia a las mismas. ¡Quién te ha visto y quién te ve!

No quisiera finalizar este artículo sin hacer mención a un grupo de intelectuales pertenecientes a la Generación del 36 que experimentaron asimismo un importante cambio ideológico, ya que sus inicios fueron claramente falangistas.
Algunos, como Dionisio Ridruejo, detectaron rápidamente que el régimen no marchaba por la senda marcada por lo que se distanciaron y criticaron duramente el sistema, lo que les supuso represalias e incluso cárcel.
Otros, como Pedro Laín Entralgo y Antonio Tóvar, tuvieron una evolución más discreta, es decir, se fueron apartando silenciosamente sin tomar postura alguna y consiguieron reaparecer al cabo de los años, como defensores de las libertades.
Hubo algunos, como José Luís López Aranguren, Jaume Vicens Vives, Gonzalo Torrente Ballester o José Antonio Maravall, que cambiaron de la noche a la mañana, renegaron de sus ideas y trataron de ocultar su pasado fascista, volviéndose “rojos” de nacimiento lo que les promocionó, tanto profesional como literariamente. Del Sr. López Aranguren podría relatar anécdotas bastante ilustrativas acerca de su talante democrático y trato respetuoso y afable.
Finalmente, otros como pueden ser Luís Rosales, Leopoldo Panero, Luís Felipe Vivanco o Federico Yndurain mantuvieron una postura discreta y no se montaron en el burro de la política para promocionar su producción literaria.

Como se indicó al comienzo de estas líneas también han existido otros camaleones humanos que han sacado tajada de la política pero, en mi opinión, no tienen la categoría suficiente para figurar en esta relación de figuras de primer nivel. Me vienen a la memoria nombres como José María de Areilza, Rafael Calvo Serer, Jorge Vestringe, ..etc.
La finalidad perseguida con la redacción de este artículo es la de desenmascarar a unos personajes que, mediante el control de los medios de comunicación, se han presentado ante la opinión pública como defensores y luchadores a favor de la democracia, cuando, en mi opinión, la realidad es totalmente diferente. Son camaleones humanos que partiendo de una ideología totalitaria se han adaptado a la evolución política española para mantenerse cerca del poder y disfrutar de sus privilegios. Y para mayor escarnio tienen la desfachatez de impartir doctrina democrática al resto de los ciudadanos. ¡Qué malo es tener memoria o acceso a Internet!



Madrid, 30 de mayo de 2008