martes, 22 de febrero de 2011

La 2ª República Española (1ª Parte)

Autor: Geromín
INTRODUCCIÓN
En los momentos actuales en los que el gobierno socialista y los medios de comunicación a su servicio, públicos y privados, están inmersos en una permanente campaña mediática de intoxicación, para presentar ante la opinión pública la llegada de la 2ª República como un proyecto de modernización de España llevado a cabo por personas honestas y que transcurría de forma pacífica hasta que fue abortado brutalmente por una sublevación militar alentada y apoyada por las fuerzas reaccionarias, me parece mental y culturalmente saludable, redactar unas líneas para describir cómo se gestó y proclamó el cambio de régimen, así como el clima de violencia y terror en que se vivió gran parte de este periodo trágico de nuestra historia reciente.
Para ello, me limitaré a exponer hechos y comportamientos que están debidamente documentados y por tanto fuera de toda discusión. Igualmente, he tomado como libros de consulta las Memorias escritas por sus protagonistas, de uno y otro bando, que supongo se ceñirán a lo que ellos vivieron en esa época.
En ningún momento pretendo escribir un tratado de historia porque no me considero experto y, además, el lector interesado tiene a su alcance innumerables publicaciones al respecto. Solamente se trata de un análisis sobre este episodio que, en mi opinión, pone de manifiesto, una vez más, el engaño al que fue sometido el pueblo que al final, como siempre, pagó muy duramente con sus vidas o el exilio, las consecuencias derivadas de las conductas de unos políticos irresponsables y sectarios que atendiendo consignas extranjeras o guiados por revanchismos u odios personales desvirtuaron el planteamiento inicial que había ilusionado a un pueblo deseoso de cambiar unas estructuras sociales obsoletas, e intentaron implantar en nuestro país un sistema totalitario a semejanza del vigente en esos momentos en la Unión Soviética.
A fin de facilitar la comprensión de lo ocurrido y no alargar excesivamente el contenido, me ha parecido aconsejable presentar, en cuatro entregas, el relato completo de los acontecimientos. En la primera, a la que corresponde este artículo, se analiza la situación en la que se encontraba España en el primer tercio del siglo XX, así como los prolegómenos y la proclamación de la 2ª República. En la segunda, que se expondrá en otro artículo, se relatarán los hechos acontecidos durante el periodo de tiempo transcurrido entre los años 1931 y 1936 en que estuvo vigente este régimen. En la tercera, se describirá lo sucedido durante la guerra civil, con exclusión de las acciones bélicas que no son objeto de este trabajo. Y, finalmente, en la cuarta, se incluirán unas breves semblanzas biográficas de aquellos personajes que, en mi opinión, fueron los causantes del fracaso de la República.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS
En los albores del siglo XX, España se encontraba en una situación política, social, económica y cultural bastante penosa. El país no se había recuperado emocionalmente de la pérdida, en el año 1898, de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, últimas colonias del imperio.
Tampoco se había repuesto económicamente de los gastos ocasionados por las guerras carlistas del siglo XIX y las que tuvo que financiar en defensa de las colonias, excesivamente alejadas de la metrópoli.
En el Parlamento estaban representados un excesivo número de partidos políticos que provocaban permanentes crisis de gobierno. Baste decir que estos tenían una duración media de cinco meses.
Alfonso XIII tenía 16 años cuando, en el año 1902, asumió la Jefatura del Estado y muy pronto empezó a dar muestras de su ligereza, caprichos y afición por participar en la política como consecuencia, probablemente, de su edad. El caciquismo se imponía en el mundo rural como forma de gobierno. Las elecciones generales estaban manipuladas y siempre las ganaban uno de los dos grandes partidos, el liberal o el conservador, con escasa o nula repercusión práctica en los ciudadanos.
Los jornaleros vivían pobremente a expensas de su trabajo y de los míseros salarios que les ofrecían los grandes terratenientes, dueños de casi todo el territorio nacional. En el emergente campo industrial, los anarquistas al amparo de la CNT, convocaban numerosas huelgas generales (1902, 1909, 1911 y 1916) y promovían disturbios de forma casi permanente, acompañados de enfrentamientos sangrientos con los empresarios. Entre 1917 y 1922 hubo, sólo en Barcelona, más de 800 asesinatos.
En el año 1909, tiene lugar la llamada “Semana Trágica de Barcelona”, que se inicia por el embarque de tropas para Marruecos y por las muertes ocurridas en la Guerra de África, hechos que provocaron una gran indignación, pues se trataba de trabajadores reclutados a la fuerza que eran los que aportaban el dinero a sus familias y, por tanto, éstas quedaban totalmente desprotegidas. Los adinerados abonaban una cuota y se libraban de ir a África. Este episodio se cierra con una dura represión que supuso cinco condenas de muerte, entre ellas la de Francisco Ferrer, un masón enloquecido, como le definió Unamuno, que fue el verdadero instigador de la revuelta, así como cientos de encarcelados y otros muchos exiliados.
En 1911 y 1921 son asesinados, por anarquistas, Eduardo Dato y José Canalejas, dos ex presidentes de gobierno, así como el arzobispo de Zaragoza.
En el año 1921 se produce el conocido como “Desastre de Annual”, en el que las tropas españolas sufrieron una dolorosa derrota en la guerra de África, con más de 5.000 muertos. Esta cifra fue incrementándose en posteriores enfrentamientos militares de esta guerra.
Ante la situación convulsa generada y la inutilidad del gobierno y del Rey para hacerla frente, el 13 de septiembre de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera se sublevaba en Barcelona anunciando que tomaba el poder para sí y para el ejército. Rápidamente, Alfonso XIII, sin pensárselo más, suspende sus vacaciones y da validez legal a su pronunciamiento nombrándole presidente del gobierno, con lo que comienza un periodo de dictadura que, curiosamente, fue bien recibido por todos los estamentos sociales, dado el caos y el desorden descrito. Dejó en suspenso la Constitución del año 1876 y prohibió la actividad de los partidos políticos.
En la primera fase de su mandato, Primo de Rivera se rodeó de militares, pero posteriormente nombró un directorio civil para las tareas de gobierno y formó una Asamblea Nacional. Se inició una etapa en la que, a costa de sacrificar las libertades políticas, se consiguieron grandes mejoras en la situación del país. Se puso fin, de forma victoriosa, a la guerra de África mediante una alianza con Francia. Se crearon grandes empresas, como Telefónica, Tabacalera, CAMPSA, Transmediterránea,… etc. Se construyeron pantanos y otras infraestructuras que mejoraron las comunicaciones. Se celebraron las exposiciones universales de Barcelona y Sevilla de gran repercusión internacional. Tuvo que sofocar una insubordinación militar inspirada por elementos fascistas, conocida como “La Sanjuanada” por haber tenido lugar el 24 de junio.
En este clima de relativo sosiego social, Alfonso XIII con afán de protagonismo y dejándose llevar por cortesanos ansiosos de poder, comienza a desestabilizar a Primo de Rivera con intrigas palaciegas e incluso pidiéndole su dimisión. Esta circunstancia unida a su delicado estado de salud le empujaron a presentarla el 28 de enero de 1930. Se exilió en París, donde falleció a los tres meses, víctima de un coma diabético.
Seguidamente, el Rey encarga al general Berenguer, uno de los responsables del Desastre de Annual, la formación de un nuevo gobierno, cuya primera medida es autorizar las actividades de los partidos políticos. Simultáneamente, hace público un Manifiesto en el que pretende exculparse de su apoyo a Primo de Rivera alegando que él mismo se había considerado prisionero de la dictadura, lo que provoca un completo rechazo de toda la clase política y de los intelectuales por la falsedad de sus argumentos.

PROLEGÓMENOS Y PROCLAMACIÓN DE LA 2ª REPÚBLICA
En este nuevo contexto, los políticos que habían permanecido mudos y controlados durante los seis años de la dictadura, comienzan una carrera frenética para situarse en un buen puesto de salida ante los inminentes cambios que se iban a producir en España.
Para describir lo sucedido en esos días en los que se fraguó la llegada de la República, me he basado en los datos aportados por Miguel Maura, uno de los protagonistas, que proporciona la versión desde el bando republicano en su libro titulado: “Así cayó Alfonso XIII”. También en las Memorias del Conde de Romanones, asimismo protagonista de los hechos, por ser Ministro del Gobierno y persona muy próxima al Rey. Y finalmente, en las anotaciones del general Mola, a la sazón Director General de Seguridad, que facilitan la comprensión de los distintos acontecimientos.
La clase política, conocedora del comportamiento de Alfonso XIII, fue consciente de que la Monarquía había entrado en una fase agónica, y en base a ello, destacados políticos del bando monárquico como: Alcalá Zamora, Miguel Maura, Sánchez Guerra y Ossorio, se manifestaron públicamente a favor de la opción republicana en los diferentes mítines y conferencias que pronunciaron a lo largo y ancho del país. Estas deserciones, unidas a la pasividad del Rey y de su gobierno para contraatacar y defender su opción política, animaron a los republicanos a proseguir con sus actuaciones.
Después de varios contactos previos, el 17 de agosto de 1930, se reunieron en San Sebastián, un grupo importante de intelectuales y de políticos de todas las tendencias que, sin firmar documento alguno alcanzaron unos acuerdos que son conocidos como: “El Pacto de San Sebastián”. Se constituyó un Comité que trabajaría en la preparación de un proyecto político para conseguir la proclamación de la República. Llama la atención que en este comité, no estuviera Alejandro Lerroux que era el único que tenía detrás a un partido republicano consolidado, lo que, en mi opinión, pone de manifiesto que desde el principio las desavenencias personales estuvieron presentes en este movimiento, como se fue constatando con el paso de los años.
Este Comité se reunía habitualmente en el Ateneo de Madrid y en el mes de octubre, designó un “gobierno provisional” presidido por Niceto Alcalá Zamora y en el que estaban, entre otros, como miembros más destacados: Maura, Lerroux, Azaña, Prieto, Largo Caballero, Martínez Barrios y Fernando de los Ríos. Se fijó la fecha del 15 de diciembre para llevar a cabo un pronunciamiento militar, acompañado de una huelga general que conduciría a la consecución del objetivo marcado.
Es curioso comprobar cómo demócratas de izquierda recurren a los alzamientos militares cuando favorecen sus intereses y, en cambio, les critican acerbamente cuando son de signo contrario a sus ideas.
Es necesario resaltar que todos estos planes y movimientos eran conocidos por el gobierno Berenguer y por el Rey, según consta en los informes elaborados por el general Mola.
El pronunciamiento militar fracasó porque el día 13 de diciembre, dos días antes de lo acordado, el capitán Fermín Galán, con afán de notoriedad, se adelantó y se sublevó en la guarnición de Jaca. Evidentemente, esta sublevación fue controlada y el citado capitán, juzgado y fusilado.
Al día siguiente, el gobierno Berenguer procedió a la detención de todos los miembros del denominado “gobierno provisional”, con excepción de Prieto que había huido a Francia; de Lerroux que permaneció en su residencia de San Rafael, sin que fueran a por él; y de Azaña, que estuvo escondido durante cuatro meses en la buhardilla de la casa de su cuñado.
El 15 de noviembre, Ortega y Gasset publicó en El Sol, un artículo muy duro contra el Rey que terminaba con la célebre frase: “Delenda est monarchia”.
En el mes de febrero de 1931 nace una nueva publicación fundada por Ortega, Marañón y Pérez de Ayala, titulada: “Agrupación al servicio de la República”. En su manifiesto inicial vuelve a atacar a la Corona y terminaba con la siguiente frase: “La República será el símbolo de que los españoles se han resuelto por fin a tomar briosamente en sus manos propias su propio e intransferible destino”.
Como fácilmente puede deducirse de los párrafos anteriores, la clase intelectual había apostado abiertamente por la opción republicana ante el desprecio que había sufrido por parte del Rey que en ningún momento de su reinado la consultó.
En este mes de febrero, se produce una nueva crisis de gobierno y el Rey encarga al almirante Aznar la formación de uno nuevo que se nutre de políticos totalmente desacreditados por su anterior trayectoria, como son: el conde Romanones, el duque de Alhucemas, el marqués de Hoyos, el propio general Berenguer o Juan de la Cierva, con lo que cava su propia tumba antes de tomar posesión.
La primera decisión que adopta este gobierno es convocar elecciones municipales para el día 12 de abril y posponer las generales para el mes de octubre.
Se celebra el consejo de guerra para juzgar a los detenidos de la cárcel modelo que son condenados a penas mínimas, lo que les supone la inmediata puesta en libertad, aunque basándonos en el testimonio de Miguel Maura su paso por la cárcel fue como estar en un hotel con todo tipo de comodidades.
La primera vuelta de las elecciones se celebra el día 5 y se salda con el siguiente balance:
11.687 concejales monárquicos
1.391 concejales republicanos
La segunda vuelta tiene lugar el día 12, se celebra en un clima de tranquilidad y aporta los siguientes resultados:
25.150 concejales monárquicos
5.875 concejales republicanos
Quedaron 52.000 concejalías sin asignar por la tardanza en llegar los datos. Estos se publicarían, curiosamente, en el año 1932 por el Instituto Nacional de Estadística y no por el Ministerio de Gobernación, como era su obligación, pero se mantuvo ese mismo porcentaje de concejales entre ambas opciones.
Es claro, que las elecciones las ganaron los monárquicos; sin embargo en las grandes ciudades triunfaron las candidaturas republicanas.
A partir de este momento y durante los días 13 y 14 de abril se producen una serie de acontecimientos dignos de ser incluidos en la “Antología del Disparate”, que voy a intentar describir de la forma más concreta posible.
En el bando monárquico, el gobierno se reúne los días 12 y 13 para analizar los resultados de las elecciones, pero no toma iniciativa alguna para mantener el orden en el caso de que se produjeran manifestaciones o disturbios y tampoco prepara un plan de gobierno para afrontar la posible crisis. Por su parte, el general Berenguer, sin conocimiento de sus compañeros de gobierno, remite un telegrama a todas las autoridades militares en el que les pide serenidad por los intereses de la patria, en otras palabras, que se abstengan de cualquier intervención militar. A su vez, el conde de Romanones, también a titulo personal, despacha con el Rey y le aconseja que por su seguridad salga de España a la mayor brevedad posible. Ante esta sugerencia, Alfonso XIII, temeroso de que le ocurriese lo que a la familia Romanov en Rusia, llama al general Sanjurjo, Director General de la Guardia Civil y le pide la preparación de un itinerario seguro para salir rápidamente de España.
En la reunión del gabinete del día 13 a la que asiste el general Sanjurjo, el presidente Aznar le pregunta si puede contar con la guardia civil para garantizar el orden. Éste, conociendo los planes del Rey, le contesta que no está dispuesto a contener un levantamiento contra la monarquía. Respuesta que termina por derrumbar anímicamente al gobierno que decide presentar su dimisión al Rey.
A las nueve de la noche del día 14, Alfonso XIII acompañado de su hijo Alfonso, pues la Reina se negó a abandonar Madrid de esta forma tan humillante, abandona el Palacio de Oriente por una puerta de servicio, conduciendo su coche a una velocidad tal que su escolta no puede seguirle. Llega a Cartagena a las 4 de la madrugada y se embarca rápidamente en el crucero Príncipe Alfonso, que le tenía preparado el almirante Rivera, con destino oficialmente desconocido, aunque éste era Marsella.
Antes de huir, nos dejó un Manifiesto que no me resisto a incluir en este artículo por lo que representa de hipocresía y cobardía. Tal “perla literaria” dice lo siguiente:

“Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo. Mi conciencia me dice que ese desvío no será definitivo, porque procuré siempre servir a España, puesto el único afán en el interés público hasta en las más críticas coyunturas. Un Rey puede equivocarse, y sin duda erré yo alguna vez; pero sé bien que nuestra patria se mostró en todo tiempo generosa ante las culpas sin malicia.
Soy el Rey de todos los españoles, y también un español; Hallaría medios, sobrados para mantener mis regias prerrogativas, en eficaz forcejeo con quienes las combaten. Pero resueltamente, quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil. No renuncio a ninguno de mis derechos, porque más que míos son depósito acumulado por la Historia, de cuya custodia ha de pedirme un día cuenta rigurosa. Espero a conocer la auténtica y adecuada expresión de la conciencia colectiva, y mientras habla la nación suspendo deliberadamente el ejercicio del Poder real y me aparto de España, reconociéndola así como única señora de sus destinos.
También ahora creo cumplir el deber que me dicta mi amor a la Patria. Pido a Dios que tan hondo como yo lo sientan y lo cumplan los demás españoles”.

Mientras tanto, en el bando republicano, informado puntualmente de los acontecimientos por sus infiltrados en las filas monárquicas, crece el optimismo ante una situación que les está entregando el poder bajo el lema “sálvese quien pueda”. Se producen manifestaciones a favor de la República que no son reprendidas por las fuerzas del orden.
El día 14, por la mañana, la ciudad de Eibar declara la República e iza su bandera en el Ayuntamiento de la localidad. Ante la pasividad de las autoridades con este hecho, Barcelona, Valencia y otras capitales siguen su ejemplo.
El “gobierno provisional” espera a ser convocado por el gobierno legal para tratar sobre la situación creada. Como esta circunstancia no se produce, a las ocho de la tarde del día 14, Alcalá Zamora y Maura deciden ir al Ministerio de Gobernación para entrevistarse con el ministro. Allí no encuentran a ningún alto cargo, es más, se enteran que después de la reunión del gabinete y sin facilitar comunicado alguno, cada ministro se había ido a su casa. Ante este panorama convocan al resto de sus compañeros de gabinete que se encontraban en Madrid para celebrar una reunión de emergencia en el propio Ministerio. Acuerdan llamar a los responsables de la Gaceta de Madrid para dictar los decretos de nombramiento de los nuevos ministros que aparecerán al día siguiente en este boletín, de forma ilegal, pues carecían de la firma de las personas autorizadas y del refrendo del Jefe del Estado.
Miguel Maura relata, que estando, esa misma noche, en el despacho del Ministerio preparando el viaje de la “familia real” para el día siguiente, que partiría en tren hacia El Escorial, con destino Irún, y luego pasar a Francia, recibe una llamada desde Cartagena anunciándole que el crucero Príncipe Alfonso con el Rey a bordo ha salido sin novedad con rumbo desconocido. Evidentemente no se lo podía creer, por lo que tuvo que comprobarlo en la Comandancia de Marina de esa localidad. Por este medio, los republicanos y muchos monárquicos tuvieron conocimiento de la escapada del Jefe del Estado. La Reina, con el resto de sus hijos, con más dignidad que su esposo, abandonó España, como he indicado anteriormente, debidamente escoltada y sin incidente alguno.
En esta rocambolesca situación, el día 15 de abril, la Gaceta de Madrid publicó los decretos citados y se proclamó de forma irregular la 2ª República, en un Estado que se denominaba democrático y de derecho.
A la vista de lo expuesto he intentado buscar razonamientos lógicos a lo sucedido en estos días complicados, y ello me ha llevado a sacar las siguientes conclusiones:

1ª.- La clase política, tanto conservadora como liberal, el estamento militar y los intelectuales estaban hartos de las frivolidades, aventuras amorosas e intrigas palaciegas de Alfonso XIII, por lo que aceptaron el juego del bando republicano y se dejaron llevar por los acontecimientos.
2ª.- Lo que habían sido una simples elecciones municipales, que ganaron los candidatos monárquicos con mayoría aplastante, fueron aprovechadas por ambas partes para convertirlas en un plebiscito urbano a la Monarquía, no teniendo en cuenta el voto rural que fue mayoritariamente favorable a esta institución.
3ª.- La ambición de poder en el bando republicano, le privó de haber llevado a cabo el cambio de régimen, que parecía inevitable de acuerdo con las reglas de juego en un estado de derecho; es decir, pactar con el gobierno legalmente establecido el adelantamiento de las elecciones generales y como resultado de las mismas, en el nuevo Parlamento con supuesta mayoría republicana, haber aprobado la proclamación de la República.
El sistema seguido debe ser calificado como un “golpe de estado” favorecido por la complicidad del gobierno y la huida del Rey.
4ª.- El comportamiento de Alfonso XIII ante esta situación fue de una cobardía e irresponsabilidad absoluta, abandonando, con nocturnidad y alevosía, la Jefatura del Estado sin haber designado una persona que podría haber facilitado un ordenado traspaso de poderes y evitado incidentes graves que por suerte no se produjeron en ese momento, pero sí, cinco años más tarde con una violencia extrema.
5ª.- A tenor de lo relatado carecen de fundamento las reiteradas manifestaciones de Juan de Borbón, hijo del fugitivo, atribuyéndose la legitimidad histórica de una dinastía cuyo depositario huyó y abandonó el país de la forma más cobarde que uno pueda imaginarse. Nunca fue capaz de comprender que si su hijo Juan Carlos fue Rey de España se debió a una decisión personal del general Franco, pero no en virtud de unos derechos dinásticos. Es decir, hubo una instauración de la monarquía y no una reinstauración como nos intentan vender los monárquicos. De ahí que yo calificara de “esperpéntico” el acto que tuvo lugar en el año 1977, de renuncia a sus derechos dinásticos por parte de Juan de Borbón.



Madrid, 3 de febrero de 2011