martes, 4 de noviembre de 2008

La crisis financiera

LA “CRISIS FINANCIERA”

Autor: Geromín

De un tiempo a esta parte, los ciudadanos, cada vez más asustados, venimos asistiendo a un persistente bombardeo mediático sobre la crisis económica que padece el mundo. A través de todos los medios de comunicación nos intimidan con el desplome del sistema capitalista y de una ruina inminente. La gente está sacando los depósitos que tenía en las entidades financieras y guardándolos debajo del colchón o en cajas fuertes de los bancos. Otros están vendiendo todas sus acciones que cotizaban en Bolsa materializando unas cuantiosas pérdidas.
Con el presente artículo pretendo explicar en términos comprensibles para los que no somos expertos en economía, cuál es, su origen, su evolución y la realidad actual, sin olvidarnos de los posibles responsables de este desaguisado y de su repercusión en los ciudadanos, especialmente de nuestro país.

1.- Origen
De todos es sabido que el negocio principal de la banca comercial consiste en captar dinero de los ahorradores, a los que retribuye con un x % de interés y ese mismo dinero prestarlo a las empresas o particulares a un interés del (x+5) %. Estos cinco puntos de diferencia le permiten presentar a sus accionistas, al finalizar cada año, unas buenas cuentas de resultados y repartir sustanciosos dividendos. Mientras los tipos de interés se mantenían elevados, el negocio no peligraba. A título de ejemplo indiquemos que a finales del año 1994 el tipo de interés estaba en el 6,6 %.
Asimismo el mercado inmobiliario americano había experimentado un alza espectacular que motivó un incremento cercano al 100% en el precio de la vivienda en un periodo de diez años.
En un momento determinado y al objeto de atajar una posible recesión económica, la Reserva Federal de Estados Unidos (Banco Central) inicia un proceso continuado de bajada de los tipos, que llega a quedar en el 1%.
Ante este panorama y visto que su negocio tradicional no ofrecía buenas perspectivas, los directivos de los grandes bancos americanos optaron por una nueva línea de negocio caracterizada por las siguientes peculiaridades:
1ª.- Eliminación de los requisitos exigidos a las personas para la concesión de créditos hipotecarios. Este nuevo tipo de clientes son definidos por el Profesor Abadía, como los NINJA (no income, no job, no assets); es decir, sin trabajo, sin ingresos y sin propiedades, a los que nadie, en su sano juicio, prestaría un euro. Pero los bancos confiaban en que el crecimiento de la economía americana solucionaría la situación económica del cliente.
2ª.- Debido al riesgo asumido, el banco les cobra un interés superior al del mercado, con lo que recupera el margen de beneficio.
3ª.- El importe del préstamo concedido es superior al precio real de la vivienda adquirida sobre la base de que el boom inmobiliario la revalorizaría a corto plazo.
Este planteamiento dio origen a la aparición de las llamadas “hipotecas subprime” o “hipotecas basura” que tuvieron una gran aceptación entre los “ninja”, pues ellos no arriesgaban nada y encima les quedaba dinero sobrante para comprarse un coche o irse de vacaciones.
Otro factor a tener en cuenta, en mi opinión, en el origen de esta crisis es la absurda e injustificable Guerra de Irak que por defender los intereses petrolíferos de la familia Bush y de su entorno, llevó a la economía americana al borde del colapso con un déficit insoportable.

2.- Evolución
Esta nueva iniciativa bancaria tuvo un éxito inesperado y los bancos americanos no tenían capacidad económica para atender las demandas de hipotecas por parte de los “ninja”. Además las NORMAS DE BASILEA exigen que un banco tenga un capital mínimo en relación con el volumen de créditos concedidos.
Para solucionar ambos problemas se creó la siguiente estrategia financiera. Por un lado, se empaquetaron las hipotecas (buenas y basura) en productos denominados MBS (Mortgage Backed Securities) que eran paquetes de Obligaciones garantizadas por hipotecas; y por otro, se crearon unos Trust o Fondos, sociedades filiales de los bancos, que serían los encargados de vender estos MBS por todo el mundo.
Para dar mayor credibilidad a este montaje, los bancos se preocuparon de que las Agencias de Rating (entidades que asignan una calificación a un producto o a una Sociedad en función de su solvencia) otorgaran una buena nota a los MBS y a los Fondos o Trust constituidos.
Mediante esta estratagema, los bancos americanos respetaban, teóricamente, las normas internacionales y los Fondos podían vender los MBS a otros fondos o sociedades de inversión de cualquier país del mundo.
Para confundir más al mercado crearon otros productos similares a los MBS que denominaron CDO (Collateralized Debt Obligations) y CDS (Credit Default Swaps) que también difundieron por todo el mundo con el mismo procedimiento.
Estos productos, al ser de alto riesgo, circunstancia que desconocían la mayor parte de los compradores, ofrecían una rentabilidad superior a la vigente en esos momentos en el mercado y además venían avalados por sociedades americanas con nombres muy ostentosos, por lo que fueron adquiridos por casi todas las entidades financieras del mundo, bien asesoradas por sus respectivos “expertos”.
El funcionamiento de este entramado financiero estaba basado en dos pilares, de dudosa solidez. El primero, que los “ninja” pagasen sus hipotecas, y el segundo, que el mercado inmobiliario americano siguiese su trayectoria ascendente. Ambas condiciones se cumplieron durante algunos años, tiempo suficiente para que los Trust y Fondos americanos constituidos al efecto, inundaran el mercado mundial con productos de dudosa solvencia.
A comienzos del año 2007, los precios de las viviendas americanas, dada la superioridad de la oferta sobre la demanda, iniciaron un camino inverso al anterior; es decir, comenzaron a bajar y al mismo tiempo, las tasas de crecimiento de los Estados Unidos experimentaron una desaceleración.
Ambas circunstancias provocaron que los “ninja” dejasen de pagar sus hipotecas, al disminuir sus ingresos y comprobar que podían comprar una casa nueva por menos dinero. Automáticamente los productos financieros creados al efecto comenzaron a ser rechazados y los existentes en el mercado se ocultaron por sus poseedores con el fin de enmascarar el problema y no perder solvencia económica.

3.- Realidad actual
En esta explosiva situación, llegamos a la primavera del presente año en la que estalla la crisis con toda su crudeza, y genera una histeria colectiva entre los inversores que empiezan a liquidar masivamente sus posiciones en bolsa y en fondos de inversión. La banca al mismo tiempo cierra el grifo crediticio hasta conocer la magnitud del fraude.
En mi opinión personal, los dos principales problemas de la crisis son:
1º.- Nadie conoce el importe aproximado de la “basura” colocada en el mercado. Las primeras estimaciones hablaban de un billón de dólares, pero los últimos datos que circulan por los Bancos Centrales superan y duplican esta cantidad, incluso algunas agencias hablan de mil billones de dólares.
2º.- Nadie conoce con exactitud dónde está la “basura” pues como he comentado anteriormente, todas las entidades ocultan su realidad.
Ambos factores generan una gran desconfianza entre las entidades financieras ya que nadie se fía de nadie. Ello se traduce en que el Mercado Interbancario al que acuden los bancos en busca de dinero cuando tienen necesidades de liquidez esté prácticamente paralizado y que el Euribor, que es la tasa de interés que funciona en este mercado, se encuentre por encima del 5%, cuando los Bancos Centrales están bajando los tipos hasta el 1% como es el caso de la Reserva Federal. Esta desconfianza la termina pagando, como siempre, el ciudadano de a pie que ve como su hipoteca se encarece progresivamente.
Recientemente y ante la magnitud del problema, los distintos gobiernos de forma coordinada, están aprobando medidas para inyectar liquidez en el mercado y para asegurar a los ahorradores que su dinero está garantizado hasta unos límites que, en promedio, son de 100.000 euros, por titular y depósito. Algunos gobiernos, incluso, han comenzado a intervenir entidades financieras que estaban al borde de la quiebra.
Todas estas medidas pretenden devolver la confianza a los mercados, principal escollo a salvar en estos momentos. Es decir, lo primero hay que apagar el fuego y luego analizar las causas del mismo.
Mientras no se recupere esta confianza, tanto entre entidades financieras como entre inversores, va a ser muy difícil que se pueda superar esta crisis.

Los responsables de este desaguisado financiero, en mi opinión, son:
- Los directivos de la banca americana que por conseguir beneficios a cualquier precio y sin ningún tipo de escrúpulos, diseñaron unos productos financieros de muy alto riesgo y los distribuyeron, de forma camuflada, por todo el mundo. Algunos han sido cesados pero con unas indemnizaciones que, en promedio, superan los 50 millones de dólares, en “justa recompensa” a su censurable comportamiento.
- Los responsables de los organismos reguladores en Estados Unidos que miraron para otro lado cuando deberían haber avisado de la peligrosidad de estos productos.
- Las Agencias de rating que se plegaron a las influencias de los bancos y dieron altas calificaciones a productos basura.
- Los “expertos” financieros, del resto del mundo que compraron productos sin conocer realmente lo que contenían, con tal de ofrecer buenas rentabilidades a sus clientes.
- Los Bancos Centrales del resto del mundo que han permanecido pasivos, durante varios años, mientras se extendía este proceso contaminante.
Es de difícil comprensión para los ciudadanos el hecho de que los beneficios son privados y que cuando aparecen las pérdidas, éstas se socializan; es decir, las pagamos todos, a veces perdiendo el puesto de trabajo.
Como escribió Pérez Reverte, en el año 1998, “Nadie perdonará un euro de la deuda externa de los países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena”
Dentro de mi ignorancia se me ocurre pensar que entre las medidas a adoptar para reformar el sistema capitalista, podría plantearse la posibilidad de crear otra Corte Internacional, similar al Tribunal Internacional de la Haya, que juzgue a los causantes de esta grave crisis que sin duda empobrecerá aún más a la clase trabajadora en beneficio de los amos del mundo.

4.- La crisis en España
La crisis financiera internacional, tal y como se ha explicado, afecta de lleno a nuestro país, pero en España presenta unas singularidades que considero la agravan todavía más aún y que pueden resumirse en los siguientes puntos:
1ª.- Coincidencia en el tiempo con el “pinchazo” de la burbuja inmobiliaria.
2ª.- Comportamiento de las entidades financieras.
3ª.- Incompetencia de la clase gobernante, dominada por los “zapacuatres”.

El sector de la construcción, durante muchos años, y alentado por los gobiernos del partido popular y del partido socialista, ha experimentado un crecimiento desmesurado y sin ningún tipo de control. Era una fuente de dinero de la que se aprovechaban, a costa de los ciudadanos a los que esclavizaban con hipotecas, los bancos, constructores, promotores, partidos políticos y políticos corruptos, ante la pasividad e incluso complicidad de los poderes públicos. ¿Dónde ha ido a parar todo el dinero generado en esta actividad?
Más de la mitad ha sido dinero negro que ha escapado a los controles de la Administración que, siendo sinceros, no eran muy exhaustivos ante el temor de encontrarse con alguna sorpresa. Es riqueza que no genera riqueza ya que se encuentra oculto en paraísos fiscales, en cajas de seguridad o debajo de los colchones.
Como era de esperar el sector ha entrado en crisis, generará un incremento notable del paro, como ya hemos empezado a comprobar y arrastrará a otros sectores a la misma situación. Al final el que lo paga es el trabajador que se queda sin su puesto de trabajo. Triste papel el de las Centrales Sindicales que tragan con todo a fin de no perder las subvenciones públicas que reciben para financiar sus actividades extra laborales.

Las entidades financieras, durante este tiempo, con el beneplácito del Banco de España, han concentrado un porcentaje muy elevado de sus créditos en este sector y ahora se les presenta la disyuntiva de ejecutar sus créditos o de adquirir las viviendas que respaldaban esos créditos. Han optado por la segunda opción y se encuentran con un parque de viviendas que no quieren sacar al mercado para no contabilizar pérdidas en sus balances y solicitan del gobierno inyecciones de dinero público. La pregunta que les planteo es la siguiente:
¿Por qué no ponen a la venta, en subastas públicas, el elevado número de pisos que poseen?
De esta forma, los precios de las viviendas se ajustarían al mercado, como en el resto del mundo (en Estados Unidos han bajado un 25%), la banca dispondría de liquidez y podrían hacer frente a sus compromisos. Pero prefieren aguantar el chaparrón, seguir presentando beneficios ficticios y que sea el dinero público, es decir, el de todos nosotros, el que les saque del atolladero y encima piden opacidad en el proceso. Parece mentira que un gobierno que se dice de izquierdas sea cómplice de este comportamiento.
También hemos de tener en cuenta que la banca española tiene unos compromisos de pago que se calcula en 800.000 millones de euros, de los que 350.000 son a corto plazo. Dado que España es un país deficitario, tienen que buscar financiación exterior y pienso que no está el horno para bollos, por lo que sospecho que las ayudas estatales que reciban se destinarán a cubrir estos compromisos y el crédito para los particulares seguirá siendo muy escaso con lo que las empresas no dispondrán de liquidez para sus proyectos y la actividad productiva se resentirá. En el momento actual, los créditos a particulares y empresas normales están a un interés del euribor + 5 puntos, es decir, en torno al 10%, insoportable para la actividad empresarial.

Si a todo esto unimos la abyecta clase política que nos gobierna, el porvenir no puede presentarse más negro. Nos piden sacrificios y solidaridad a los ciudadanos, pero el Presidente de la Xunta se compra un coche por importe de 480.000 euros, teniendo otros cuatro a su disposición; además redecora sus despachos y se gasta dos millones de euros. El pendejo esférico, llamado Miguel Ángel Moratinos, se construye en el Palacio de Viana, una mansión de lujo ante el asombro de los funcionarios de su ministerio. El Presidente del Parlamento de Cataluña instala en su coche accesorios por valor de 9.000 euros. El Alcalde de Madrid y su cohorte se eleva los sueldos un 120%. El Presidente de la Diputación de Castellón se gasta 84.000 euros en corbatas de seda, y así seguiríamos hasta el infinito. Una auténtica vergüenza y tomadura de pelo para todos los ciudadanos y en especial para los afectados por la crisis que incluso han de soportar subidas de impuestos municipales para poder pagar estas alegrías. En resumidas cuentas, estamos en manos de “zapacuatres” y eso sí que es peligroso.

Personalmente, estimo que las medidas urgentes que podrían adoptarse en nuestro país son:
a) Campaña exhaustiva de inspecciones por parte del Banco de España para conocer el estado real de todas las entidades financieras españolas.
b) Control riguroso y transparente de las inyecciones de dinero público a las entidades financieras para asegurarse que éste llega a las empresas y a los ciudadanos.
c) Austeridad real en los gastos de todas las Administraciones Públicas.
d) Endurecimiento del Código Penal para los defraudadores, delincuentes de guante blanco y políticos corruptos, creando, si es necesario, nuevas figuras delictivas.
e) Medidas reales de apoyo a las PYMES que son, en definitiva, las que generan empleo.

Me atrevería a pronosticar que la actual crisis puede cambiar algunas cosas y va a convivir con nosotros durante una larga temporada, salvo que nuestro Presidente del Gobierno tenga otra feliz y deslumbrante idea, como fue la de la Alianza de las Civilizaciones, que “resolvió” los problemas del mundo.
Comprendo perfectamente al Presidente Bush que no quiera verle ni de lejos y menos escuchar y tener que soportar otra de sus elucubraciones mentales.

Fecho este artículo en un día que habla por sí solo de lo que nos espera.



Madrid, 2 de noviembre de 2008